jueves, abril 17, 2025

Navegar en Puebla

Cuando uno transita por la calle 11 Sur, esquina con la 11 Poniente, puede ver las altas jardineras del Paseo Bravo, estas con árboles relativamente nuevos porque tienen menos de cincuenta años, y es que ahí estaba el estanque con un malecón.

Si a los jóvenes se les pregunta su opinión sobre viajar en una lancha en la ciudad de Puebla a menos de diez calles del zócalo, dirán que es imposible, que no hay espacio para construir ese lago donde uno pueda divertirse, pero hace medio siglo muchos lo hacía con menos de cinco pesos la hora.

Cuando uno transita por la calle 11 Sur, esquina con la 11 Poniente, puede ver las altas jardineras del Paseo Bravo, estas con árboles relativamente nuevos porque tienen menos de cincuenta años, y es que ahí estaba el estanque con un malecón, y el servicio de viejas lanchas metálicas donde la gente se divertía.

Aún queda el recuerdo de quienes tuvimos la oportunidad de navegar en Puebla, subirnos a esas lanchas por la tarde cuando nos reuníamos los compañeros de la primaria para ir a hacer una tarea, y después llegar al estanque.

Eran de color blanco con franjas rojas, cabían dos adultos, y en el caso de los niños se subían hasta cuatro para mover los remos, y en ocasiones se imaginaban que estaban en un inmenso lago.

Bueno el color del agua era verde por la cantidad de algas que tenía, el olor a humedad, pero no importaba. Uno iba a divertirse, a disfrutar, a vivir con la adrenalina de no caerse en esas aguas estancadas.

El negocio se vino abajo en sus últimos años, además de las modas de la autoridad de transformar el sitio donde a unos metros estaba el zoológico de la capital, el cual operó hasta 1972, cuando los animales fueron rescatados de las jaulas y llevados a Africam.

Posteriormente ese estanque estaba vacío, ya no tenía el agua verde, ni las risas de los niños que vivieron una aventura en ese lugar.

A la par se trasladaron oficinas del ayuntamiento a lo que era el Acuario de la ciudad, el cual nunca pude ver por dentro, pero mis hermanos me decían que había un elefante disecado, pero nunca me platicaron que hubieran visto peces.

Poco a poco llegaron los camiones con tierra para llenar el estanque, se sembraron árboles, se dio una diferente imagen a las jardineras, terminando con una historia del siglo XX donde se quiso imitar a Chapultepec, que tenía un lago y su zoológico.

Francisco Sánchez
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