En la mesa no sólo hubo chile en nogada, también memoria, camaradería, cálculo político y una cucharada de salsa institucional.
En una comilona con periodistas poblanos, el gobernador Alejandro Armenta dejó entrever su estrategia y control narrativo rumbo a su primer informe.
Remarcó que no está pensando en el 2030, como algunos sugieren o piensan.
“No estoy atesorando para campaña”, dijo firme.
Aseguró que se mantiene enfocado.
“No me distraigo. Se va a lograr todo lo que ofrecimos en campaña”.
Recordó cuando votó en alguna ocasión contra de su propio partido por justicia.
También cuando era presidente del Senado y soportaba gritos con megáfono al oído.
Soltó lecciones de trinchera y recordó que alguna vez le recomendaron, “Nunca le vas a ganar a un medio. Escoge tus batallas”.
Fue un mensaje cargado de madurez y de pragmatismo.
Además, lanzó una advertencia que hay vigilancia contra la inseguridad.
“Si volteo la mirada a un delincuente, el vicealmirante no se va a callar”, en referencia a su secretario de Seguridad Pública.
El mensaje fue múltiple: institucional, directo y con memoria.
Armenta dejó claro que el poder no lo marea, pero sí lo vigila.
Y que, en esta Pasarela, sabe que los reflectores no perdonan.
Camina, mide y no se distrae.
También fue muy aplaudido el emotivo mensaje de Pepe Tomé, su coordinador de Comunicación del gobierno estatal, donde evocó su camino recorrido junto a Alejandro Armenta.
Le agradeció la oportunidad y subrayó la cercanía con la prensa de más de dos décadas.
El mensaje fue claro, firmeza y estar listo, ya que la lealtad es indispensable.
Los comunicadores salieron muy satisfechos del mensaje de una buena relación, sin ataques, pero también sin complicidades.
Un cierre que selló la narrativa del encuentro: respeto con la prensa en medio de una institucionalidad firme.
Tiempo al tiempo.
Cuautle: el síndico que graba desde las sombras
Y mientras en el Estado habla de diálogo y cercanía, en San Pedro Cholula hay un funcionario que transita por el lado opuesto.
Iván Cuautle Minutti, síndico municipal, enfrenta una cascada de señalamientos que lo pintan como un operador político más interesado en su beneficio que en el servicio público.
El más grave: grabar a ciudadanos y funcionarios en su oficina sin su consentimiento.
Vieja práctica que arrastra desde la administración pasada y que, increíblemente, sigue repitiendo.
¿Con qué fin?
Pero eso es apenas la punta del iceberg.
Hay acusaciones de omisiones en juicios que han puesto en riesgo más de 20 millones de pesos del erario.
También denuncias de extrabajadores que lo señalan por pedirles dinero a cambio de gestionar el pago de sus laudos.
Incluso intervenciones irregulares en fraccionamientos, donde manipula cambios de mesas directivas con fines políticos.
Opera, graba y manipula, desde una oficina que debería velar por la legalidad.
Y lo más preocupante: sigue en funciones.
Tiempo al tiempo.
