martes, diciembre 16, 2025

Armenta, rompiendo inercias del poder

La asamblea informativa encabezada por el gobernador Alejandro Armenta en el Parque Metropolitano en torno a su primer informe de labores, llevó mucho de fondo.

“El gobierno solo se vuelve virtud cuando se pone al servicio de los demás”.

En Puebla, la Cuarta Transformación no se está narrando como un arranque, sino como una continuidad con propósito: romper definitivamente con el viejo régimen y sus símbolos.

Y ahí aparece uno de los gestos políticos más contundentes del mensaje, el Museo Internacional del Barroco.

Durante años fue el emblema del despilfarro de una de las épocas más oscuras de Puebla, con el mandato del finado Rafael Moreno Valle.

La deuda fue el modelo de gobierno, del poder entendido como ornamento.

Hoy, Armenta lo coloca en otro terreno del servicio público.

Cancelar un contrato que hipotecaba al estado hasta 2039 y transformar ese espacio en la Universidad de las Bellas Artes no es solo una decisión administrativa; es una operación simbólica de alto calado.

Convertir un monumento al derroche en un espacio de formación para jóvenes no es casualidad.

Es un mensaje directo: el poder ya no se mide en edificios faraónicos, sino en lo que esos espacios devuelven a la sociedad.

Arquitectura, escultura, pintura, música, literatura, danza y cine: siete disciplinas que sustituyen al cemento vacío por talento en formación. Política cultural como política social.

En seguridad, el mensaje fue igual de claro: la paz no se construye con represión.

La reducción en feminicidios y desapariciones se presenta no como trofeo, sino como resultado de una estrategia que apuesta por atender las causas, profesionalizar a las corporaciones y recuperar el territorio sin militarizar la vida pública.

Cuando el gobernador subraya que hoy son las y los ciudadanos quienes deciden, ejecutan y supervisan las obras, está colocando al gobierno en un rol incómodo para la vieja política: el de facilitador, no el de intermediario.

Ahí se rompe la lógica del “favor” y se instala la del derecho.

El cierre del mensaje fue más personal, pero no menos político. Armenta habló de su padre, de sus hijos, de su esposa, y de una promesa: encabezar un gobierno justo.

 “No los voy a traicionar”, dijo, mirando al poder federal y al pueblo al mismo tiempo.

Armenta apuesta a que el servicio público deje de ser ornamento y vuelva a ser herramienta.

Quedan 5 años para demostrarlo.

Tiempo al tiempo.

Deslealtades tropicalizadas

Al inicio de la segunda etapa de este gobierno, los ajustes realizados por Alejandro Armenta tienen un significado que pocos leen.

Quienes creen que hay “cadáveres políticos”, están muy equivocados.

Hay gente que está más allá de los cargos y realmente es parte fundamental en la administración estatal.

Y es que ya salieron deslealtades de algunos que se decían amigos.

Incluso se abrieron micrófonos a gente vinculada con exconvictos que antes se ponía de tapete y ahora sacaron las uñas.

Pena ajena.

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