Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero
suavemente y con gran entendimiento.
HERMES TRISMEGISTO
Los medios impresos, digitales, noticieros, así como las redes sociales, se han convertido en la fuente por excelencia para la difusión informativa sobre el entorno local, con sus virtudes, vicios y limitaciones, y que configuran, en gran medida, nuestros valores, concepciones y lo que conocemos del mundo.
En el ámbito Puebla, son los hechos de la política y las declaraciones de funcionarios las que acaparan con prioridad los titulares de portales y periódicos, dada su inmediatez y la que debería ser su relevancia para el diálogo con la ciudadanía y la toma de decisiones sobre la administración pública.
Esta dinámica, comúnmente presionada por la primicia, corre el riesgo de perderse en lo cotidiano, mientras que, al mismo tiempo, son considerados como “fuente no prioritaria” otros temas y experiencias que, sin embargo, son esenciales para diversos sectores de la población, con indiscutibles repercusiones en la discusión pública, académica y económica.
¿Cómo pretendemos proyectar el trabajo de artistas, lograr más audiencias para los músicos, promocionar centros de lectura y formar futuros científicos, si su trabajo se queda en las últimas planas?
De este modo, el Mensajero de Puebla busca convertirse en una plataforma con prioridad en la difusión cultural, artística y científica, sin dejar a un lado, precisamente, esa noticia política local y los sucesos relevantes en México y el mundo, tratando en todo momento de garantizar una comunicación amena, efectiva y directa.
Si bien los medios masivos de comunicación, a diferencia de la academia y los canales especializados, no son considerados fuente epistemológica, en la actualidad, dado su alcance, sí construyen gran parte de lo que creemos que conocemos sobre el entorno.
Así, estoy convencida de que, si logramos que algunas de nuestras líneas queden en la memoria de los lectores, los incitamos a buscar otras fuentes para conocer con más amplitud un tema, los convocamos a una que otra conferencia, exposición o concierto. Si, a través de nuestras letras, comparten esta información en una conversación de amigos o de trabajo, habremos alcanzado nuestra labor.
De la manera que las enciclopedias de nuestros padres, las revistas de curiosidades y los documentales en los casettes lograban hacernos conocer, espero que, ahora, con la dinámica de “lo viral” y el alcance del internet, pueda catapultar este impulso. ¡Busquemos despertar la curiosidad, el aprendizaje y la reflexión!