martes, septiembre 23, 2025

El 15 de septiembre: cuando la memoria se vuelve mito

Reconocer los mitos que rodean al 15 de septiembre no significa restar valor a la conmemoración, sino comprenderla en su justa dimensión. La historia no necesita adornos para ser significativa; al contrario, es en la claridad de los hechos donde encontramos las lecciones más profundas.

“El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”, escribió el astrofísico británico Stephen Hawking. Esta reflexión cobra especial significado cuando pensamos en la historia nacional: aquello que creemos saber sobre nuestro pasado, suele estar entremezclado con mitos, silencios y falacias; repetidos una y otra vez, hasta convertirse en verdades colectivas. El caso del Grito de Dolores y el inicio de la Independencia de México es un ejemplo claro: abundan las versiones simplificadas, los símbolos acomodados y las narrativas patrióticas que poco se corresponden con la compleja realidad histórica de aquel momento.

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El discurso oficial que busca resaltar la heroicidad del hecho, nos dice que en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 el párroco de Dolores, Guanajuato Miguel Hidalgo y Costilla, en compañía de los militares Ignacio Allende y Juan Aldama, convocó al pueblo a levantarse en armas contra el imperio español; tocó la campana de su parroquia, enarboló el estandarte de la Virgen de Guadalupe y gritó “Viva México” y “Mueran los gachupines”.

Mito 1. El cura Hidalgo buscaba liberar al virreinato del gobierno español: El cura Hidalgo no estaba en contra del gobierno español sino del gobierno francés. En 1808 Napoleón Bonaparte forzó al rey de España Fernando VII a renunciar y coronó como rey a su hermano José Bonaparte. De acuerdo a una versión de las palabras del cura Hidalgo recogidas por Carlos Herrejón Peredo a partir de las declaraciones de Juan Aldama durante su proceso militar, esa madrugada del 16 de septiembre, el cura Hidalgo gritó: “¡Hijos míos! ¡Únanse conmigo! ¡Ayúdenme a defender la Patria! Los gachupines quieren entregarla a los impíos franceses.” Algunas versiones dicen que incluso gritó “Viva Fernando VII”.

Mito 2. El cura Hidalgo gritó  “Viva México”. En 1810, el concepto de “México” como nación no existía; al decir México se referían, en ese contexto, sólo a la Ciudad de México. De acuerdo a la versión de Pedro García, contenida en el Museo Casa Hidalgo, en Dolores Hidalgo; lo que el cura gritó el 16 de septiembre de 1810 fue: ¡Viva la América!, refiriéndose a todos los virreinatos americanos.

Mito 3.  El cura Hidalgo tocó la campana de su parroquia durante la arenga. Fue el sacristán de la parroquia el que subió al campanario de la parroquia de Dolores a tocar la campana para llamar a los feligreses.

Mito 4. El cura Hidalgo enarboló el estadarte de la Virgen de Guadalupe durante el grito. Hidalgo tomó el estandarte de la Virgen después del grito, en su marcha hacia el santuario de Atotonilco. 

Mito 5. El 16 de septiembre es el Día de la Independencia de México. Notas periodísticas, recursos digitales de consulta e incluso productos de difusión sobre las Fiestas Patrias, oficiales y no oficiales, hacen alusión al 16 de septiembre como el “Día de la Independencia”.  La realidad es que el Grito de Dolores, sólo fue el punto de partida de una larga lucha que se fue gestando y modificando con el tiempo. El verdadero día de la Independencia de México es -o debería ser- el 27 de septiembre de 1821, fecha en que el Ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, entró triunfal a la Ciudad de México, lo que puso fin a once años de lucha. Un día después, con la firma del Acta de Independencia del Imperio Mexicano, se oficializó la emancipación de México de España, estableciendo al país como una nación soberana e independiente. 

Mito 6. Porfirio Díaz modificó la efeméride del Grito de la Independencia del 16 al 15 de septiembre, para que coincidiera con su cumpleaños. Según el libro El Palacio Nacional de México de Artemio del Valle Arizpe, fue el presidente Antonio López de Santa Anna quien había establecido el Grito de Independencia el 15 de septiembre en a noche “para evitar la fatiga de despertarse a horas tempranas a festejar el acontecimiento”. Por otro lado, en los expedientes de Publicaciones Periódicas del Archivo General del Estado de Puebla, correspondientes al año de 1864, se encuentra la transcripción de un telegrama con el discurso que el Emperador Maximiliano de Habsburgo pronunció desde la ventana de la casa del mismísimo cura Hidalgo a las 11 de la noche del 15 de septiembre de ese año:

Mexicanos. Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de independencia que retumbó como un trueno del uno al otro océano, por toda la estensión (sic) del Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años. (…) no debemos olvidar los días de nuestra independencia ni los hombres que nos la conquistaron. ¡Mexicanos, que viva la Independencia y la memoria de sus héroes”.

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Reconocer los mitos que rodean al 15 de septiembre no significa restar valor a la conmemoración, sino comprenderla en su justa dimensión. La historia no necesita adornos para ser significativa; al contrario, es en la claridad de los hechos donde encontramos las lecciones más profundas. Celebrar con espíritu crítico nos permite honrar de verdad el pasado y, al mismo tiempo, asumir con responsabilidad el presente.

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Ana Martha Hernández Castillo
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Historiadora del arte y doctora en estudios históricos. Docente e investigadora de temas culturales y artísticos de la ciudad de Puebla. Gestora de proyectos culturales en el ámbito público y privado

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