Un domingo cualquiera, acompañado de amistades que saben a familia, visitar Cholula; un lugar caótico, mágico y multicultural; amado por muchos, odiado por otros. Pero más allá de las percepciones personales, no podemos negar que Cholula es un punto de convergencia que sitúa a Puebla a nivel internacional debido a la historia alrededor de la monumental pirámide que la preside, conocida en náhuatl como Tlachihualtépetl (“cerro hecho a mano”).
La pirámide de Cholula es el basamento piramidal más grande del mundo en términos de volumen – supera incluso a la Gran Pirámide de Giza en Egipto-; y fue construida en múltiples etapas superpuestas a lo largo de milenios; y fue, también, escenario de uno de los episodios mas violentos de la conquista de México: la matanza de Cholula, ocurrida en 1519; choque brutal entre dos mundos que marcó el inicio del dominio español sobre las ciudades sagradas el altiplano.
De esta manera, el contexto actual alrededor de la pirámide, cargado de historia, simbolismo y rasgos identitarios, es un ejemplo orgánico y natural de lo que es crear comunidad; en sus alrededores se ha generado un espacio cultural nato que ha fomentado una integración turística alrededor de un sitio antaño sagrado.
Para llegar a este punto, el contexto urbano alrededor de la gran pirámide de Cholula ha atravesado por diversas intervenciones; entre las más destacadas se encuentran la Exploración de Túneles, liderada por el arquitecto Ignacio Marquina entre 1931 y 1960, que implicó la excavación de kilómetros de túneles al interior de la pirámide que daban cuenta de las diferentes etapas constructicas. Esta acción convirtió al “cerro hecho a mano” en un sitio visitable, generando la magia de la visita a los túneles. Otra intervención significativa fue la creación del Patio de los Altares (en las decadas de los 60-70 del siglo pasado),en donde elInstituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) expropió y excavó la gran plaza que se encuentra en el costado sur de la pirámide. Esta intervención se considera como la primera que buscó la creación de un espacio público formal al pie del basamento.
Otra intervención, no tan celebrada en su momento, fue la realizada en el marco del Proyecto Integral de Rescate (2014-2017) generado por el entonces gobernador del Estado, el cual incluyó la creación del Parque Intermunicipal, la Estación del Tren Turístico y la Museo Regional de Cholula, entre otros espacios. De esta intervención, considero importante hacer notar que aunque fue un proyecto polémico y ampliamente criticado; nos guste o no, es un proyecto que funciona, delimitando espacios claros alrededor de la pirámide para la convivencia y el deleite artístico y cultural: se reubicaron artesanos en una vialidad que se hace peatonal los fines de semana; se realizó la restauración de un hermoso inmueble de estilo ecléctico, característico de la arquitectura de finales del Porfiriato, originalmente el Hospital Psiquiátrico de Nuestra Señora de Guadalupe y actualmente Museo Regional de Cholula; así como un espacio público que funciona como un verdadero nodo de integración cultual y generador de comunidad.
Uno de los principales fines de la cultura es proporcionar un marco de sentido, identidad y cohesión para un grupo de personas. En este contexto, la relación con la comunidad es cíclica e inseparable: la cultura es el “pegamento” que une a la comunidad, y la comunidad es el “vehículo” que practica, protege y transforma esa cultura. Por lo tanto, no puede existir una comunidad sin una cultura compartida, ni una cultura sin una comunidad que le dé vida. Esta es la magia de Cholula como “Pueblo Mágico”, caminar un fin de semana por el perímetro de la pirámide es una experiencia de cohesión social autentica y orgánica; no se requiere publicidad o marketing complejo, ni una gran inversión municipal o una propuesta compleja para que funcione, simplemente es la comunidad y el turismo generando un espacio cultural auténtico.
La pregunta del millón sería ¿por qué, si se trata de un modelo probado, no se puede replicar este modelo en otros municipios o comunidades del estado? Buena parte de la respuesta reside en la inversión privada: la consolidación de la comunidad de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) como principales habitantes en Cholula -aunque de forma temporal-, ha sido de suma importancia para la actividad económica en la zona y ha servido de gancho para la atracción de turistas internacionales; incluso, en muchos países, se conoce más a Cholula que otras ciudades importantes de la entidad, incluso del país. Pero otra parte importante del éxito del modelo es la comunidad de residentes y personas originarias, que han sido visionarias en cuanto a la importancia de crear sinergia entre la comunidad UDLAP, la iniciativa privada y la propia comunidad. Así, han convertido a Cholula en un espacio en donde, a pesar del caos vehicular que genera la saturación de turistas y de residentes, podemos observar un mundo de gente caminando y turisteando; podemos ver a una importante comunidad ciclista local e intermunicipal que viajan de la ciudad de Puebla y otras comunidades cercanas a “cholulear” entre semana o fines de semana, lo cual es una actividad que genera comunidad.
Caminar por los alrededores de la pirámide y observar la integración de ciudadanos ejerciendo su total y libre derecho de expresar sus raíces culturales, presenciando y participando de actividades que maravillan a extranjeros y a locales como venta de artesanías, teatro al aire libre, danzas prehispánicas, etc.; es habitar un lugar intercultural e inmersivo que, por unos momentos, nos permite abstraernos del contexto histórico y social actual. De esta manera, la pirámide y sus alrededores no solo es un punto de convergencia geográfica, sino también simbólica: une a los municipios de San Pedro y San Andrés, pero también a múltiples tiempos y culturas. Ahí, conviven lo prehispánico y lo virreinal; la fe indígena y la cristiana; la vida cotidiana y la memoria ancestral, haciendo de este espacio un lugar en donde las identidades se entrelazan y dialogan continuamente, sin anularse.
Cholula es un claro ejemplo de como crear comunidad y de cómo se gestiona la magia en un “Pueblo Mágico”; aunque la comunidad sufre los procesos de gentrificación, ha sabido gestionar su cultura milenaria para integrarla a actividades vivas, en un espacio abierto a la multiculturalidad.
Desde luego que esto no quiere decir que sea la panacea cultural a nivel estatal, pero si es un modelo que a veces normalizamos y que debe visibilizarse: la vitalidad del modelo radica en el equilibrio entre la memoria y la transformación que lo convierte en un ejemplo exitoso de cómo la cultura puede ser vivida, compartida y reinterpetada por comunidades diversas.
Es cuanto:.
Leonardo Pacheco Ruiz
Leonardo Pacheco Ruiz, oriundo de la ciudad de Puebla, es arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y maestrante en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública del Estado.
Desde el año 2007 se ha desempeñado en el desarrollo de proyectos de diseño arquitectónico en diferentes ámbitos, tanto gubernamentales como privados a través de un despacho independiente especializado en interiorismo y proyectos culturales.
Ha ocupado cargos en el gobierno estatal, como Director Operativo en el OPD Museos Puebla y en el municipal, en el área de proyectos especiales del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla.

