miércoles, enero 1, 2025

INAH presenta a “El hombre de Bilbao”, descubierto en el desierto de Coahuila

La osamenta fue recuperada hace algunos meses por la Fiscalía de Coahuila, luego de que turistas dieran aviso a las autoridades de la presencia de restos humanos en las dunas de Bilbao, descubiertos por el desplazamiento de cuatrimotos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dio a conocer el descubrimiento del esqueleto de un hombre que vivió a las orillas de la antigua laguna de Viesca, en territorios de lo que hoy es parte del estado de Coahuila, entre 700 y 1000 años antes del presente (a.p.). y que fue bautizado como “El hombre de Bilbao”.

El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, indicó que se ha descubierto un nuevo sitio arqueológico de antiguos cazadores-recolectores, así lo dio a conocer durante la ceremonia de entrega simbólica de “El hombre de Bilbao”, por parte de la Fiscalía de Personas Desaparecidas de la entidad a esta institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

“Estos descubrimientos nos permiten generar una gran cantidad de conocimiento sobre quiénes eran nuestros ancestros, cómo vivían, qué salud tenían, de qué se alimentaban, qué actividades físicas realizaban o a qué edad morían, entre otros aspectos”, indicó el titular de la Dirección de Antropología Física del INAH, Axel Baños Nocedal, durante el acto efectuado en el Museo Regional de La Laguna.

La osamenta fue recuperada hace algunos meses por la fiscalía estatal, luego de que turistas dieran aviso a las autoridades de la presencia de restos humanos en las dunas de Bilbao, donde la movilidad de la arena debió sepultarlos por siglos, hasta que el desplazamiento de cuatrimotos los arrojó de nuevo a la superficie.

Las características de los restos óseos y la presencia de material arqueológico hicieron sospechar al antropólogo físico Erik Morgan Medina y al arqueólogo Miguel Vargas, de la fiscalía mencionada, que se trataría de un ser humano prehispánico.

Tras un llamado, el investigador del Centro INAH Coahuila, Yuri de la Rosa Gutiérrez, acudió a inspeccionar el área, donde descubrió un paraje dentro del contexto de dunas altas, de una extensión aproximada de 10 metros de diámetro, repleto de materiales arqueológicos, donde se localizó el resto del esqueleto.

Además, encontró huesos de animales y material lítico, tanto herramientas completas como en proceso de elaboración (preformas) y el desecho que resulta del corte de la roca (lascas), por lo que ha podido identificar procesos de elaboración y corroborar que se trata de un campamento estacional de producción de artefactos líticos.

Los huesos del individuo están muy fragmentados, pero representan todas las partes del esqueleto humano. Los primeros estudios indican que corresponden a un joven de entre 20 y 30 años de edad al momento de morir, que debió tener una vida nómada físicamente azarosa.

El esqueleto estaba asociado a diversos materiales: un collar de conchas marinas, probablemente del Pacífico; una hoja de pedernal blanco, perteneciente a un cuchillo enmangado, característico de los cazadores-recolectores nómadas que habitaron la región desde el poblamiento de América hasta el siglo XVIII; una punta de proyectil y restos de animales.

Por los materiales líticos asociados, la posible filiación étnica de “El hombre de Bilbao” correspondería a las Culturas del Desierto, cuya antigüedad oscila entre 700 y 1000 años a.p., relacionado con la tradición cultural Candelaria.

También, se hallaron fragmentos de cerámica y modelados de arcilla comunes en la región Lagunera, reconocida por diversas investigaciones y crónicas del siglo XVI como una zona de contacto e intercambio comercial de las culturas cazadoras-recolectoras con las de la sierra, las costeras y las que transitaban de Mesoamérica hacia Aridoamérica, explica De la Rosa Gutiérrez.

El investigador refiere que es un contexto arqueológico particular: “No fue un sitio para enterrar muertos ni tampoco hay una sola evidencia de que el cuerpo haya sido preparado, lo que lleva a pensar que el individuo estaba en su campamento cazando o pescando y algo le pasó o estaba enfermo”. Detalla que los lugares de enterramiento usuales de esas culturas eran las cuevas profundas y abrigos rocosos, donde se han encontrado contextos mortuorios.

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