Oculta en una iglesia de la ciudad de Viena, Austria, la virgen de Guadalupe congrega a un muy devoto grupo de adeptos locales, quienes, con constancia y apremio, acuden a su presencia para solicitar intervención y agradecer por sus milagros.
Entre sus altas y frías paredes, la iglesia Votiva, ubicada en el corazón de la ciudad -la llamada Ringstrasse-, frente a la Universidad de Viena, alberga una imagen de “la guadalupana”, particularmente popular entre los fieles, a pesar de que el templo ha sido designado a otra advocación.
El recinto, dedicado al Divino Salvador, es una construcción de estilo neogótico, integrada por tres naves y encargada al arquitecto Heinrich von Ferstel por el entonces archiduque de Austria, Maximiliano de Habsburgo, como agradecimiento tras un fallido atentado contra su hermano, el emperador Francisco José.
La fundación de la iglesia Votiva data de 1853, pero no fue inaugurada hasta abril de 1879, con la celebración de las bodas de plata de Francisco José y la emperatriz Isabel (Sisi).
En conmemoración por la coronación de Maximiliano como emperador de México, junto con su esposa Carlota de Bélgica, la imagen de la virgen de Guadalupe fue llevada a la iglesia Votiva, iniciando así su culto en esta parte del territorio europeo.
Ampliamente visitada, el espacio ha sido dispuesto para este fin: una serie de bancas yace al frente para permitir la contemplación y la oración. También, en ambos lados, hay áreas designadas para encender velas, las cuales pueden tomarse a cambio de unos cuantos centavos de euro.
Alrededor de la imagen, destacan las decenas de placas de mármol que dan testimonio de las gracias recibidas por numerosas familias y otras que representan las banderas de Austria y México, enmarcadas con la leyenda:
“Archiduque Fernando Maximiliano, 1864-67 Emperador de México, fue iniciador de la construcción de esta iglesia y devoto de la virgen María de Guadalupe, es calurosamente recomendado a la intercesión de María por la comunidad parroquial”.
El culto a la virgen de Guadalupe en Viena, es uno de los recuerdos de aquel breve y trágico periodo que enlazó a México con la nobleza europea. Los restos de Maximiliano de Habsburgo, fusilado en 1867, descansan cerca de la zona, en la Cripta Imperial de la iglesia de los Capuchinos, donde, aunque fue asentado en la sala de los príncipes, yace sobre un pedestal de mayor altura con el título que lo llevó a su final: “Emperador de México”.