lunes, noviembre 10, 2025

La avenida Reforma poblana: modernidad y ordenamiento urbano en tiempos del Porfiriato

Aunque desde la fundación de la ciudad fungió como una de las vías de comunicación más importantes, durante el Porfiriato esta vialidad encarnó el ideal de progreso inspirado en el modelo parisino del Plan Haussmann, que entre otras cosas implicaba el desarrollo de una arquitectura al servicio del poder y la estética del orden.

Durante el Porfiriato (1876-1911), Puebla experimentó un proceso de transformación que buscó proyectarla como una ciudad moderna, ordenada y acorde con las aspiraciones europeizantes del régimen. Aunque desde la fundación de la ciudad la Avenida Reforma fungió como una de las vías de comunicación más importantes, durante el Porfiriato esta vialidad encarnó el ideal de progreso inspirado en el modelo parisino del Plan Haussmann, que entre otras cosas implicaba el desarrollo de una arquitectura al servicio del poder y la estética del orden. La avenida Reforma y las construcciones de su entorno, no solo modificaron la fisonomía arquitectónica de la ciudad, sino que también redefinieron su imaginario social, situando a Puebla dentro del discurso nacional de la modernidad porfiriana.

***

Carlos Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte, fue presidente de Francia y emperador de los franceses bajo el nombre de Napoleón III. Gran admirador de las hazañas de su tío, detentó el poder bajo la premisa del expansionismo y la modernidad; política que se reflejó en una búsqueda de la modernización de la infraestructura de la ciudad que se consolidó en la implementación de un gran y ambicioso proyecto de reconstrucción de París que buscaba transformarla de una ciudad medieval a la más moderna del mundo.

Napoleón III encargó en 1852 a Georges-Eugène Haussmann, prefecto de la ciudad, que “modernizara” París para convertirla en una ciudad con calles más seguras, mejores casas, comunidades más salubres y con mayor fluidez en el tránsito.

El llamado Plan Haussmann es considerado uno de los planes de renovación más ambiciosos de la historia contemporánea pues implicó la destrucción de casi el 75% del tejido urbano parisino, consistente en edificaciones medievales y renacentistas; se eliminaron muchas calles antiguas, serpenteantes y reducidas para ser reemplazadas por calles amplias y, lo más importante, se articuló la ciudad en ejes urbanos formados por grandes avenidas: el eje principal parisino fue, sin duda, Campos Elíseos-Versalles.

Atrayendo el caso a México, Leonardo Benevolo, historiador italiano del urbanismo, considera que el Paseo de la Emperatriz o Calzada del Emperador en la CDMX (hoy Avenida Reforma) instaurado por el emperador Maximiliano de Habsburgo, fue uno de los primeros, fuera de París, que reprodujo el modelo de Haussmann. Lo que hizo Maximiliano con esta obra fue desplazar el centro de poder simbólico colonial ubicado en la Plaza Mayor y lo trasladó a una zona urbana naciente a través de la reproducción del esquema parisino Campos Elíseos-Versalles en el eje Paseo del Emperador-Castillo de Chapultepec.

Al culminar el Segundo Imperio Mexicano, el Paseo cambió su nombre por Calzada Degollado, y en 1872, por órden expresa de Benito Juárez, se destinó a paseo público.  Si bien durante el gobierno de Juárez no hubo muchos cambios en el Paseo, esta calzada se mantuvo en la atención de los gobiernos republicanos: se decidió cambiar su nombre por Paseo de la Reforma, representando los ideales del proyecto político del grupo en el poder.

Pero fue durante el Porfiriato, con las transformaciones urbanas emprendidas por el régimen, que el Paseo consolida su aspecto urbano y su importancia. En este momento se generaron nuevos espacios y edificaciones alrededor del Paseo de la Reforma que actuó como un eje integrador y como una visual cargada de simbolismo; contexto que fue del agrado de la clase dominante que ya no encontraba atractivo en el viejo casco colonial.

Lo mismo sucedió en la ciudad de Puebla: la burguesía, con aspiraciones cosmopolitas y ampliamente influida por los cánones artísticos europeos, buscó un eje simbólico que sirviera como un escaparate para la “arquitectura moderna” y para el gusto de la nueva clase social y lo encontraron, justamente, en la Avenida Reforma. En esta calle se ubicaban las propiedades más costosas de la ciudad, casas privadas con las novedades ornamentales importadas de Europa, la modernidad en los servicios y el lujo en los materiales; las mansiones eclécticas de las familias Matienzo, Presno, Reynaud, De Velasco, Díaz Rubín, De la Hidalga, entre muchas otras, se encontraban en este eje urbano.

Desafortunadamente, la Avenida Reforma de Puebla, a pesar de su importancia como eje urbano, no pudo ampliarse como los grandes bulevares parisinos diseñados por Haussmann o como el propio Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, puesto que su ubicación dentro de la traza urbana colonial de la ciudad no lo permitía. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, la avenida poblana abreva, evidentemente, de los ideales haussmannianos de modernidad y resulta de gran importancia para explicar el impacto del nuevo urbanismo del porfiriato en el ámbito angelopolitano, pues los edificios que en este período se remodelaron o construyeron a lo largo de esta calle, desde el zócalo y hasta la actual 11 norte-sur, denotan el cambio del gusto arquitectónico y ornamental y el uso de nuevos materiales que dan cuenta de la modernidad en el contexto urbano de la ciudad.

Caminar hoy por la avenida Reforma en Puebla es recorrer un fragmento vivo de aquella ambición porfiriana de modernidad. Entre fachadas con influencia italiana, francesa e inglesa; balcones de hierro colado y antiguas casonas que aún conservan su porte, se percibe el eco de una ciudad que quiso parecerse a París sin dejar de ser Puebla. Cada edificio cuenta una historia de progreso, de orgullo y de contraste; basta alzar la vista para reconocer cómo la modernización se convirtió también en una forma de identidad. Invitar al paseo por la avenida Reforma es invitar a mirar la historia en sus muros, a reconocer cómo la modernidad del siglo XIX sigue habitando discretamente en la trama urbana del presente.

Ana Martha Hernández Castillo
+ posts

Historiadora del arte y doctora en estudios históricos. Docente e investigadora de temas culturales y artísticos de la ciudad de Puebla. Gestora de proyectos culturales en el ámbito público y privado

Similares

MÁS RECIENTE

ARTE Y CULTURA