La lucha por el poder, ya sea en el ámbito personal, político, económico, social o religioso; a menudo conduce a conflictos que, casi siempre, tienen consecuencias desastrosas. Reflexionando sobre esto y tomando en consideración que el día de ayer se celebró la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la orden de la Compañía de Jesús; y que el pasado martes se celebraron 20 años del nombramiento de la Biblioteca Palafoxiana, fundada por el obispo Juan de Palafox, como “Memoria del Mundo”; en esta ocasión quisiera compartirles algunos datos sobre el tristemente célebre conflicto entre los jesuitas y el obispo de Puebla a mediados del siglo XVII, que evidenció la complejidad de las relaciones entre el clero regular y el clero secular.
Antes de continuar, es importante establecer la diferencia entre éstos dos tipos de clérigos: los primeros viven en comunidad siguiendo la regla de una orden religiosa específica; mientras que los segundos viven en el mundo, sin estar sujetos a una regla y bajo la jurisdicción de un obispo. En esta diferencia se fundamenta originalmente el conflicto: los jesuitas son parte del clero regular, mientras que Palafox, era la autoridad en el marco del clero secular.
Cuando Palafox llegó a Puebla en 1640 para ocupar la diócesis, se dio cuenta de que un gran número de parroquias eran administradas por las órdenes religiosas, lo que a su parecer, disminuía la autoridad episcopal; así que un año después quitó 34 doctrinas al clero regular para dárselas al secular. Esta acción, que para Palafox implicaba un ejercicio de reordenamiento de la diócesis y de sanidad entre los funcionarios de la Iglesia que habían adquirido mucho poder y se habían corrompido por éste; en realidad causó un conflicto entre el obispo y las ordenes religiosas, entre ellas, los jesuitas.
Palafox, preocupado por la formación de los futuros sacerdotes, reformó el colegio de San Juan, seminario que funcionaba desde 1596 en la ciudad de Puebla y fundó otro, el de San Pedro, instituciones que después se les llamaría “Colegios Palafoxianos”. También desarrolló una amplia labor educativa que incluyó la creación de una escuela para los infantes del coro de la catedral anexa al colegio de San Juan.
Estas acciones fueron interpretadas por los jesuitas como un ataque directo contra la Compañía de Jesús, una orden con un cariz eminentemente educativo que combinaba la enseñanza de la doctrina cristiana con una educación humanista de corte europeo. Los jesuitas habíaan establecido colegios para la instrucción de criollos, peninsulares y, en menor medida, de indígenas; por lo que la “intromisión” de Palafox en su labor educativa provocó animadversión entre ellos y una serie de enfrentamientos, chismes, dimes y diretes, que iban desde acusasiones mutuas de corrupción y hasta de herejía; que involucraron al rey de España, a la autoridad civil y eclesiástica del vireinato y hasta al propio Papa Inocencio X.
Las querellas entre ambos por el control de la educación, de las instituciones religiosas y sus recursos, por las diferencias en la interpretación de la autoridad eclesiástica y por el poder sobre la administración de la diócesis en la ciudad de Puebla, habrían de sostenerse durante el resto de la vida del obispo e incluso, se prolongaron hasta después de su muerte.
El conflicto alcanzó su punto álgido en 1647 cuando Palafox inició una campaña contra los privilegios de los miembros de la Compañía de Jesús y denunció que éstos se negaban a pagar los diezmos y a aceptar la jurisdicción del obispo. Los jesuitas se opusieron a cualquier manifestación de subordinación y se negaron a aceptar el control de Palafox sobre sus acciones.
Aunque Palafox inicialmente contaba con el apoyo de las autoridades, su actitud durante este tiempo determinó su caída: llegó a prohibir el repique de campanas durante la fiesta de San Ignacio de Loyola y llegó al extremo cuando, en un sermón, atribuyó la peste que asolaba a la diócesis, a un castigo divino por los pecados de los jesuitas. Ante ello, los jesuitas acusaron a Palafox de falta de moderación en el ejercicio de su autoridad.
Esta queja llegó a oídos del rey Felipe IV quien no tuvo más remedio que ordenarle a Palafox que regresara a España en 1649 para evaluar la situación y resolver las disputas. La controversia que rodeó su gestión en Nueva España, acompañó a Palafox también en España, ensombreciendo la hoja curricular de un hombre religioso que no sólo fue obispo de la segunda ciudad más importante de la Nueva España, sino que también había sido nombrado fiscal del Consejo de Indias, Visitador general, Gobernador y presidente de la Real Audiencia, Virrey interino de la Nueva España y arzobispo de México.
A pesar de la polémica que le rodeaba, se le ofreció a Palafox el obispado de Osma, que si bien no era una sede muy importante, era como una especie de reconocimiento a su trayectoria. Allí, Palafox muere en 1659 lejos de su amada Puebla. Aunque su legado se mantuvo -y aún se mantiene- en el imaginario de los habitantes de Puebla, a su muerte, la Compañía de Jesús obtuvo mayor poder e influencia en la diócesis.
Más de un siglo después, en 1767, la memoria de Palafox obtuvo una especie de justicia: el rey Carlos III de España, ordenó la expulsión de los jesuitas todos los territorios bajo dominio español, incluyendo América, acusados de desestabilizar el orden público y de actuar en contra de los intereses de la Corona. Pero esa es otra historia.
Nota bene: El obispo Palafox expresó su voluntad de ser enterrado en la Catedral de Puebla; incluso mandó construir su lápida mortuoria y determinó el lugar para su entierro, detrás de la Puerta del Perdón, poco antes de su partida a España; pero murió en Osma y fue enterrado en aquella catedral. Para honrar su papel en la historia de la ciudad de Puebla y de la propia catedral; el memorial pensado para ser su entierro permaneció en la figura de un cenotafio, es decir, una tumba sin restos; que es una visita obligada al recorrer la catedral angelopolitana.

Ana Martha Hernández Castillo
Historiadora del arte y doctora en estudios históricos. Docente e investigadora de temas culturales y artísticos de la ciudad de Puebla. Gestora de proyectos culturales en el ámbito público y privado