A partir de la década de los ochenta, había un dúo que los poblanos conocimos como “Los Santaneros”, siempre vestidos de manera impecable con pantalón blanco, zapatos de charol, camisa con escarola, y sus sacos de terciopelo azul o guinda.
Con timbales y el güiro tocaban la música de la Sonora Santanera, la real, la de Carlos Colorado, y la gente se paraba para verlos tocar y aplaudirles.
Generalmente estaban en la calle 5 de Mayo, entre 2 y 4 Poniente, frente a la emblemática tienda “Regalos Dem Ber”, aquella que era una galería de arte, y se conjuntaba con la elegancia y el buen vestir de los músicos poblanos.
Recuerdo haberlos visto desde sus inicios, una persona de unos treinta años, y un joven quinceañero, ambos no dejaban de tocar con calidad, eran el ejemplo para los otros artistas urbanos que no invertían para su vestimenta.
Hace cinco años, comiendo en el famoso zaguán rojo de la 13 de septiembre, a una calle del Jardín del Carmen, donde venden molotes, tostadas y todo tipo de antojitos, llegó uno de ellos a tocar, era el mayor, los años habían dejado huella en él, pero su música seguía presente.
Eran al menos treinta años de haberlos visto organizar la fiesta urbana, pero había un toque nostálgico ya en su música.
Paso a cada mesa para pedir la cooperación, su saco negro era más sencillo, ya no de terciopelo, pero seguía buscando la elegancia.
Ese día mientras degustaba mi tostada de pata, tras cooperar le pregunté por su “hijo”, y entonces me enteré de una historia alterna al darme su respuesta directa “no es mi hijo, es mi compañero”.
Así dos amigos con una diferencia de edad de al menos 15 años se complementaron para tocar al menos tres décadas, y al parecer cada uno había emprendido un camino distinto.
Ellos formaron parte del paisaje urbano de la 5 de Mayo, y no sólo estuvieron frente a Dem Ber, también formaron parte de la imagen de “El Tintero” propiedad de Manuel Raigadas.
Hoy han llegado los otros artistas de los que se escribirá en el 2050 como parte de la historia, pero “Los Santaneros” dejaron huella, aunque nunca sabremos si el dúo se llamaba así.