domingo, junio 22, 2025

La precariedad laboral en el sector cultura

Desafortunadamente, hay una tendencia generalizada, tanto en las Instituciones como en la iniciativa privada, a pensar que los trabajadores de la cultura hacemos nuestra actividad “por amor al arte”.

Un conocido que trabaja en un área complicada en donde lidia con pleitos judiciales, detenidos y cosas peores;  me dijo, cuando supo que yo trabajaba en el sector cultura, que seguramente trabajar ahí debía ser muy agradable y tranquilo, que debía ser muy inspirador y generador de experiencias significativas porque los que nos dedicamos a esto somos personas muy “sensibles y creativas”, que trabajamos con los valores culturales y patrimoniales de una comunidad, en donde se fomenta el entendimiento entre individuos a través del arte y las expresiones culturales. En pocas palabras, que era el mejor lugar para trabajar.

Nada más alejado de la realidad. La Cultura es una actividad escencial para la economía y el desarrollo sostenible; es un derecho humano inalienable y un eje de cohesión social que juega un papel preponderante en el desarrollo personal y social de una comunidad, que genera pertenencia y factores de identidad; ciertamente, pero no es una actividad que se haga sola, por arte de magia. Son los trabajadores de la cultura -actores, músicos, artistas visuales, artistas circenses, creadores o gestores culturales, poetas, escritores, pintores, escultores, cineastas, fotógrafos, bailarines, artistas escénicos y dramaturgos, artesanos y cualquier otra persona que crea obras de arte o que participan en su creación- quienes a través de su creatividad, conocimientos y experiencias, hacen la cultura.

Desafortunadamente, hay una tendencia generalizada, tanto en las Instituciones como en la iniciativa privada, a pensar que los trabajadores de la cultura hacemos nuestra actividad “por amor al arte”. Se ofrecen espacios a cambio de que nuestro trabajo no obtenga remuneración económica;los contratos -cuando los hay- son desventajosos; los ingresos están por debajo del mínimo vital y no hay prestaciones sociales; nos enfrentamos día a día a la falta de oportunidades, a condiciones de trabajo inestables y en algunos casos, hasta al acoso laboral; en pocas palabras, los trabajadores de la cultura estamos en un estado de vulnerabilidad.

Sin embargo, se trata de una problemática de fondo. Ni la Ley del Seguro Social ni la Ley Federal del Trabajo definen con precisión a quienes se les puede considerar trabajadores del arte y la cultura. La Ley de Cultura del Estado de Puebla incluye un Capítulo completo destinado a los Servicios Culturales en donde se establecen el tipo de espacios culturales -casas de cultura (Artículos 38, 39 y 40) y museos (Artículos 41, 42 y 43) – que pueden proveer dichos servicios y se establecen sus atribuciones; pero éstos espacios se refieren exclusivamente a aquellos espacios que se encuentran bajo la administración directa del estado o el municipio; pero ¿y que pasa con los Espacios Culturales Independientes (ECI), los autogestivos y los comunitarios?

Al no existir ordenamientos y leyes específicas en torno a los trabajadores de la cultura y a los espacios culturales que operan fuera de las instituciones oficiales, no se garantiza la protección a los derechos de las personas para acceder y tomar parte de la vida cultural de su comunidad y no se establecen claramente los derechos y las obligaciones, tanto de los trabajadores de la cultura como de las Instituciones públicas que requieren de sus servicios.

Urge establecer los principios de política pública que atiendan estas problemáticas; urge que las autoridades abran el diálogo con los trabajadores de la cultura y escuchen sus inquietudes para provocar la sinergia necesaria para que se busquen e implementen soluciones conjuntas.

En Puebla, ya se están dando algunos pasos. El día de ayer, la diputada local poblana Susana Riestra Piña presentó dos puntos de acuerdo en el Pleno del H. Congreso del Estado de Puebla para exhortar a las autoridades culturales estatales y municipales para que se tomen acciones y se hagan las gestiones necesarias para que se impulse un programa integral de apoyo cultural multidisciplinario para artistas, colectivos y creadores poblanos; programa que entre otras cosas, considera exenciones, condonación y colaboración presupuestal para el uso de espacios con vocacion cultural y artística; así como la implementación de mecanismos, operativos, logísticos y de difusión, que permitan a los trabajadores de la cultura acceder a mejores oportunidades para llevar a cabo su actividad.

Si bien falta mucho por hacer, esperamos que lo que sucedió ayer, sea la primera de muchas acciones para visibilizar y poner en valor el trabajo de la comunidad artística y cultural de Puebla. Ojalá que se fomenten procesos participativos entre los órdenes de gobierno, los representantes en el Congreso y la comunidad para dignificar a los hacedores de cultura y su trabajo.

Ana Martha Hernández Castillo
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Historiadora del arte y doctora en estudios históricos. Docente e investigadora de temas culturales y artísticos de la ciudad de Puebla. Gestora de proyectos culturales en el ámbito público y privado

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