“Cada noche estoy durante una hora en mi gabinete de trabajo, sentado frente a una pared en la que están clavadas mis espadas, mi maza de guerra.
El cuarto tan sólo iluminado por una vela y me resultaría imposible jurar que todo eso sea exterior a mi cuerpo y pensamiento.
Son almas de objetos lo que estoy mirando, no objetos”
El Ojo en la mitología. Su simbolismo de Juan Eduardo Cirlot.
I
En el mundo de la literatura el valor -tanto cualitativo como cuantitativo- que puede recibir un libro reside en conceptos como: autor, temática, año y número de edición y diseño editorial; y algunas otras rarezas que, casi siempre, se refieren a errores tipográficos.
II
Para los amantes de temas tan específicos como raros: poesía, simbolismo, misticismo, esoterismo, así como textos o autores outsiders; la editorial WunderKammer entrega al lector libros que son muy valiosos.
El Ojo en la mitología. Su simbolismo de Juan Eduardo Cirlot es un texto muy valioso, pues se suma a las pocas publicaciones que se tienen del poeta y simbolista; y que, además, pone a la mano un texto que se considera el germen y/o antecedente de su Diccionario de Símbolos.
Victoria Cirlot, además de ser hija del autor, es una gran voz autorizada en temas de literatura medieval y simbolismo. Temas muy importantes en el universo literario del autor del Diccionario de Ismos.
III
Juan Eduardo Cirlot[1] fue compositor, poeta y crítico de arte. Su primera incursión en el arte fue a través de la composición musical: Fernando Ardévol lo formó y perteneció al círculo Manuel de Falla, camino que en 1950 abandonó definitivamente. En 1943 se hizo amigo de Alfonso Buñuel, hermano del cineasta, lo que le permitió acceder a la biblioteca de éste y entrar en contacto con el surrealismo. En 1949 conoció a André Breton en la Place Blanche de París y a partir de entonces mantuvieron una estrecha amistad. Entre 1949 y 1954 conoció al musicólogo y etnólogo Marius Schneider que le formó en simbología. En 1949 entró a formar parte del grupo Dau al Set[2] (artistas e intelectuales que en 1948 se plantean la ruptura con la cultura del franquismo desde la estética del surrealismo y la filosofía del existencialismo. Las figuras iniciales son el poeta Joan Brossa y el pintor Joan Ponç, a los que se unen el filósofo Arnau Puig, el escritor Cirlot y los artistas Tàpies, Tharrats y Cuixart. Reconocen la influencia de Miró, Klee, Max Ernst y Picabia y se sitúan en la línea del surrealismo mágico).
En algún momento de su proceso creativo toma distancia de todo mundo para modelar su estética; de tal forma que hoy muchos estudiosos comienzan a considerar al Cirlotismo como una nueva vanguardia.

IV
Este texto, originalmente, fue publicado en una colección dedicada a la oftalmología; lo que también hace súper raro y valioso a esta obra de Juan Eduardo Cirlot.
En no más de 85 páginas, el autor lleva de la mano al lector por la presencia-evolución simbólica que el ojo fue teniendo en el arte: cultura y/o mitología egipcia, hindú, otros mitos orientales, leyendas griegas, cristianismo y otras culturas. Incluso analiza el origen del término: mal de ojo.
De algunos conceptos interesantes que uno puede encontrar en este ensayo es la clasificación del uso del Ojo:
- Desplazamiento: la efigie presenta uno o varios ojos en lugares distintos del normal anatómicamente.
- Disminución: los ojos se reducen a uno.
- Aumentación: se incrementan en cifras que van desde el simple impar tres a otras que teóricamente desean expresar el millar, aunque en realidad escultórica o pictórica se queden en cuarenta o cincuenta que es cifra más que regular.
Otro concepto valioso para entender la evolución del Ojo en el arte es el siguiente:
“la independización del órgano, con lo cual abandona definitivamente su valor literal y fisiológico para convertirse en símbolo. En tal misión es utilizada su imagen en diversas ocasiones: talismanes y amuletos se basan, a veces, en ese desplazamiento y libertad de un órgano -o de su equivalente en efigie. Las galeras griegas llevaban ojos a ambos lados del espolón para garantizarse la protección contra los poderes nefastos. A los ojos desplazados se les da el nombre de heterotópicos; a los utilizados como defensa se les llama apotropeos.”
Transcribir la evolución de este símbolo en el arte no es mi objetivo, tan sólo pretendo compartir algunos conceptos a modo de “antojo”. Por ejemplo, en los temas que siempre me llaman la atención (magia, esoterismo), aparece este fragmento:
“El gnosticismo, que prosperó durante los primeros siglos de nuestra era, ensombrece aún más el panorama y llega a dictaminar que el mundo actual no es obra de un dios bondadoso, suprema misericordia y justicia, sino producto de un tal Demiurgo, que se interpuso y consiguió, como el demonio temporalmente en el bíblico libro de Job, dominar sobre la luz y la afirmación. Se comprende que en muchos símbolos gnósticos aparezcan signos que señalan esta prevalencia de lo inferior sobre lo superior. La inserción del ojo en un triángulo, que a veces vemos en la iconografía cristiana, se produce aquí con el triángulo invertido. La alquimia y la magia, durante la Edad Media y el Renacimiento, como también ciertas sectas herméticas, utilizaron el ojo heterotópico e incluso en los libros de jeroglíficos, alegorías y emblemas, tan estimados en la época barroca, vemos aparecer estos ojos misteriosos cuyo sentido concreto es muy difícil de presenciar”.
Para cerrar con estas “probaditas”, líneas adelante –Cirlot– continúa disertando sobre el ojo heterotópico en el arte:
“Durante el siglo XIX, ilustradores y artistas románticos y simbolistas utilizan el poder sugestivo del ojo heterotópico para infundir un determinado sentimiento de asombro mágico en el contemplador; bastará que tomemos de ejemplo el azar de Crimen y Expiación de J. J. Grandville. El simbolismo literario y estético acentuó la propensión a incluir temas como el aludido en el arte. Ulteriormente, ya en los umbrales del siglo XX, el psicoanálisis revalorizó la interpretación de los sueños, el valor de ciertas mancias o ciencias adivinatorias, y de la interrogación al inconsciente…”.
El Ojo, entonces, como un símbolo divino, mágico, demoníaco y espejo propio; según el contexto en el que éste se encuentre.
V
En este pequeño, pero valioso texto, Juan Eduardo Cirlot no sólo habla de la evolución/presencia del ojo en el arte, si no también habla sobre la evolución misma de un símbolo y de las diversas formas existentes para interpretarlo.
VI
Tipográficamente, la edición del libro es muy artesanal y le agregan un facsímil con anotaciones que el propio Cirlot hizo en una postal que contiene la fotografía de un ojo caodaísta que forma parte de los archivos personales del autor en manos de sus hijas: Victoria y Lourdes Cirlot.
[1] https://www.siruela.com/catalogo.php?opcion=autor&id_autor=65
[2] https://masdearte.com/movimientos/dau-al-set/

Fredo Godínez
Gestor cultural, poeta y tarotista. Lector empedernido y apasionado por el Esoterismo y el mundo simbólico. Reseñista de libros, teatro y exposiciones de arte.
Lleva más de 10 años opinando sobre políticas culturales.