En el PAN poblano volvió a suceder lo inevitable: Gabriela Ruiz y la aplanadora interna de Mario Riestra, actual dirigente estatal, le pasó —otra vez— por encima a Lupita Leal.
Paliza por la dirigencia municipal blanquiazul en Puebla.
Y esta nueva caída, ahora por un contundente 937 a 338, no solo exhibe la derrota de una candidata, sino también revela, sobre todo, la pérdida total de fuerza del grupo ligado a Eduardo Rivera.
Ese Yunque que durante años movió hilos, operó dirigencias y definió el rumbo del panismo capitalino, ya es historia.
Quedó reducido a un bloque testimonial, sin capacidad de armar estructuras ni de competir con las bases.
La imagen es elocuente.
Por un lado, Gaby Ruiz, sonriente, respaldada por un contingente amplio, variado, con jóvenes, militantes de trayectoria y operadores que lucen seguros de un triunfo anunciado.
Del otro lado, la soledad simbólica de un proyecto que intentó venderse como renovación, pero que en realidad representa los restos de un grupo que hace tiempo dejó de escuchar a su propia militancia.
Lupita Leal quedó atrapada entre dos fuegos.
La falta de estructura y el desgaste dieron ese resultado.
Hoy el PAN en Puebla capital decidió la misma ruta.
La victoria de Ruiz no es únicamente electoral: es un voto de castigo, un recordatorio de que los militantes ya no quieren ser rehenes de un liderazgo que perdió narrativa, operación y rumbo.
Por eso este 3-1 acumulado contra Lupita no es una simple estadística, es un acta de defunción política de una corriente que vivió del pasado y que se negó a reconocer que el PAN cambió.
A Eduardo Rivera y los suyos la realidad los ha alcanzado: no tienen estructura, no tienen operadores y, lo más grave, ya no tienen seguidores.
Tal vez sea momento de sincerarse y admitir que su ciclo terminó.
¿Tiempo de mudanza?
Agusta, adiós al transporte faraónico
El anuncio del gobernador Alejandro Armenta sobre el helicóptero Agusta marca un giro simbólico y político.
Un tema que hemos traído por años, por fin tendrá un mejor destino.
El transporte VIP que trajo el extinto exgobernador Rafael Moreno Valle, será ahora patrulla nocturna para cuidar a los poblanos.
Durante años, las aeronaves representaron el lujo del poder; ahora promete vigilar calles donde la inseguridad sí es cotidiana.
Armenta presume que el Agusta es “la mejor nave del estado”, capaz de volar de noche y en cualquier condición. Bien. Pero también aclara que seguirá usando helicópteros cuando “sea necesario”.
El vicealmirante Francisco Sánchez, habla de una flotilla aérea para enfrentar la debilidad operativa nocturna.
Es una demanda real: el Secretariado Ejecutivo ya había recomendado reforzar la vigilancia desde junio.
Ahora el reto no es el helicóptero, sino demostrar resultados.
Los poblanos esperan que el Agusta deje de ser noticia… y empiece a ser solución.
Tiempo al tiempo.

