sábado, septiembre 6, 2025

Efraín Castro Morales: voz y memoria de la Casa del Deán

Cuando caminamos por el centro de la ciudad de Puebla, es evidente el deterioro que muchas edificaciones presentan; algunas de ellas, como la Casa del Deán, ejemplos únicos de un momento histórico de nuestra ciudad.

El pasado 30 de agosto se apagó la voz de Efraín Castro Morales, una de las más firmes en la defensa del patrimonio de Puebla. Con su partida, la ciudad pierde a un referente que dedicó su vida a preservar la memoria de la ciudad y a señalar, con la claridad que le caracterizaba, los riesgos que enfrentan sus bienes culturales.

Su ausencia deja un vacío difícil de llenar, pero su pérdida debe abrir ventanas de oportunidad para que los poblanos reflexionemos sobre nuestro patrimonio y la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de continuar la tarea que él asumió con convicción.

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Conocí al Dr. Castro hace 11 años. En el marco de la celebración del 70 aniversario del Museo José Luis Bello y González, un amigo en común logró conectarme con él para invitarlo a dar una conferencia en el museo, que en aquel entonces yo dirigía. Para el 2014, el Dr. Castro tenía un rato que no participaba en este tipo de eventos públicos, por lo que me sorprendió gratamente que aceptara.

Foto: Ana Martha Hernández Castillo

Después de su conferencia “Una crónica del Museo Bello de Puebla”, tuve la oportunidad de charlar con él: con su habitual apasionamiento cuando hablaba de cosas de la historia de nuestra ciudad y su humor claridoso, me empezó a contar sobre el rescate de la Casa del Deán. Debo confesar que, en ese momento, yo no conocía mucho, por no decir que nada, sobre la mal llamada “Capilla Sixtina del Nuevo Mundo” -no entiendo ese afán que tienen algunos de hacer comparaciones vanas entre las joyas de nuestro arte y las grandes obras europeas; pero en fin.-

Me contó sobre cómo él y sus amigos Ramón Pablo Loreto y Fernando Ramírez Osorio, se colaron en las obras de la casa ubicada en la esquina de la 16 de septiembre y la 7 poniente, en el centro de la ciudad; que estaba siendo demolida para construir el Cine Puebla. Me contó que las habitaciones sobrevivientes de la casa estaban cubiertas de un papel tapiz “espantoso” que se había levantado en algunas zonas debido a las obras y al expolio. Me contó cómo, casi por casualidad, al levantar el papel tapiz de dos de las salas de la planta alta, encontraron una serie de magníficos murales, que sin querer, gracias a ese papel tapiz “espantoso”, se habían conservado.

Después del hallazgo, los trés jóvenes empezaron a hacer activismo y a convocar a académicos para denunciar la destrucción.  “Es que antes” -me dijo el doctor- “la ciudadanía estaba más interesada en conocer y preservar su patrimonio. Éramos una bola de chamacos que no éramos historiadores; yo, médico; y aquellos dos artistas; pero sabíamos que era algo importante, que no se podía perder.”

Foto: Ana Martha Hernández Castillo

“También, las autoridades y los académicos se interesaban más por rescatar el patrimonio”. Me contó que escribieron cartas a Francisco de la Maza -a la sazón director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM- y al mismísimo Manuel Toussaint -un personaje con una gran trayectoria en la preservación de patrimonio. “Ellos, a lo lejos, también se dieron cuenta de que la casa y sus murales eran un caso único de gran importancia para la historia, no sólo de Puebla, sino de México” -me dijo-.

Francisco de la Maza le escribió una carta al entonces presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, explicando la importancia del hallazgo, y en 1953 éste dio la orden de que se detuvieran los trabajos de demolición. “Hasta el presidente se metió en este asunto” -me contó- “¿te imaginas? La ciudadanía lo logró. El activismo ciudadano por la salvaguarda del patrimonio es esencial para que no se pierda; ahora nada más se van a tomar fotos, sin entender realmente el valor que subyace en cada casa, en cada calle, en cada obra artística de nuestra ciudad”. Una realidad muy triste, pero realidad palpable en la actualidad.

Foto: Ana Martha Hernández Castillo

Cuando caminamos por el centro de la ciudad de Puebla, es evidente el deterioro que muchas edificaciones presentan; algunas de ellas, como la Casa del Deán, ejemplos únicos de un momento histórico de nuestra ciudad. Sin embargo, pasa el tiempo y el deterioro se profundiza: particulares y autoridades no voltean la mirada a este patrimonio en peligro; muchas veces escudados en problemáticas de herencias e intestados; en las normas de la propiedad privada y en otros argumentos que, desafortunadamente, el paso del tiempo no entiende.

La acción que emprendieron a mediados del siglo pasado Efraín Castro Morales, Ramón Pablo Loreto y Fernando Ramírez Osorio, tres jóvenes ciudadanos idealistas y preocupados por su patrimonio; gracias a la cual se lograron salvar en el nivel superior de la esquina sureste de la Casa del Deán, dos salas de planta rectangular con la hermosa cabalgata de las Sibilas, en una;  y los Triunfos, en otra; debe ser una inspiración para los jóvenes -y los no tan jóvenes- para levantar la voz en favor del patrimonio que nos pertenece y nos representa.

Foto: Ana Martha Hernández Castillo

Podemos empezar por conocer ese patrimonio. No podemos defender lo que no conocemos. Como maestra, suelo llevar a mis alumnos de arte novohispano del siglo XVI a la Casa del Deán, por ser uno de los pocos ejemplos que sobreviven de pintura mural civil de esa centuria. Tristemente, me doy cuenta que casi ningún foráneo la conoce y, peor aún, que pocos poblanos saben de su existencia y su valor.

Es nuestra responsabilidad mantener vivo el legado del Dr. Castro: conozcamos y reconozcamos el valor de espacios y expresiones que hoy forman parte de la identidad de los poblanos y alcemos la voz. Se apagó una voz, pero deben encenderse muchas más.

Ana Martha Hernández Castillo
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Historiadora del arte y doctora en estudios históricos. Docente e investigadora de temas culturales y artísticos de la ciudad de Puebla. Gestora de proyectos culturales en el ámbito público y privado

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