Habían pasado apenas veinticinco años de que la Segunda Guerra Mundial había concluido, era 1970 y en un paseo dominical mis padres nos llevaron a ver los aviones al Campo de Aviación “Pablo L. Sidar”, aunque fue hasta la secundaria durante el pase de revista previo al desfile del 5 de Mayo, cuando me enteré que así se llamaba.
Nuevamente tomamos un camión que decía “Aviación Panteón” que nos dejó mero donde comenzaba ese campo, la seguridad era mínima, la gente acudía a pasear por ese gran terreno que se inauguró en 1929, y Pablo L. Sidar había sido uno de los primeros pilotos de guerra reconocidos en México.
Recuerdo que había una torre de control y aún el faro, ambas construcciones fueron derribadas durante la construcción del Parque Ecológico “Revolución Mexicana”.
Una de las imágenes que vienen a mi mente es la del hangar militar, con tres aviones plateados y personal militar cuidando, aunque la gente de acercaba, pero pocos llevaban la cámara fotográfica para tener el recuerdo.
De pronto, se escuchó el ruido de los motores de una de esas aeronaves que estaba punto de despegar, la gente guardaba silencio y veía a ese avión despegar, y comenzar a rodear la entonces pequeña Ciudad de Puebla.
También estaban las avionetas Cesna, y un avión más grande que parece que decía “Aero Puebla”.
Alrededor había pocas casas, el campo de aviación estaba donde terminaba la ciudad, era una franja de 67 hectáreas donde cualquier niño que acudía soñaba en que un día sería “piloto aviador”.
Algunos platicaban que los aviones que veíamos habían participado en la Segunda Guerra Mundial, creando la leyenda urbana, ya que las naves del Escuadrón 201, fueron enviadas a otras bases.
Posteriormente, la mancha urbana creció, la pista estaba junto a las casas, hubo el accidente de un avión militar que se estrelló contra la escuela “Ciudad de los Niños”, y entonces las alas de los aviones ya no alzaron el vuelo.
Vino la construcción del Aeropuerto Internacional “Hermanos Serdán”, y el terreno se convirtió en un parque, quizá el más grande pulmón que tiene la capital.
Ahora quienes corren por la pista posiblemente ignoren que antes en lugar de aves que levantan el vuelo, eran aviones que hacían soñar a los poblanos.