Nacido en la Puebla de los sesenta
Ayer domingo 11 de agosto, terminó una edición más de los Juegos Olímpicos, estos realizados en París, donde la ceremonia de inauguración fue polémica, y cada grupo dijo sentirse dueño de la verdad.
Pero qué pasó en Puebla hace 56 años, qué papel jugó la capital del estado en los XIX Juegos Olímpicos celebrados el México, de entrada, se estrenó el estadio Cuauhtémoc, estaba donde terminaba la ciudad, a unos metros de la aún nueva y moderna autopista México-Puebla, y se leía un letrero “Bienvenidos a Puebla, 100 mil habitantes”.
En vagos recuerdos, sé que caminamos del Barrio de Santa Anita, cuyo templo está en la 13 Norte y 26 Poniente hasta el estadio, la colonia Maravillas apenas comenzaba a construirse, era la época en la que caminar no era problema, la entrada fue gratis al partido inaugural, pero el fútbol aún no tenía la fama de hoy.
Sin embargo, el mayor recuerdo que conservo es una tarde lluviosa de finales de septiembre de 1968, otra caminata, pero esta vez más ligera, llegar al zócalo, la Avenida Reforma estaba llena, pero se podía ver, la gente estaba emocionada.
De pronto apareció el grupo de corredores vestidos de blanco, llevaban la Antorcha Olímpica, esa flama que no se olvida; todos aplaudían, y la lluvia no cesaba, sin imaginármelo estaba siendo testigo de la historia.
En la plancha del zócalo, se instaló un pebetero, simulando los braceros prehispánicos, y ahí quedó el fuego olímpico durante el tiempo que duró la justa deportiva.
Como si fuera una imagen sagrada la gente pasaba a admirarlo, hoy todos se hubieran tomado el auto retrato, pero ni Julio Verne imaginó los celulares con cámara, es más utilizar rollos a color, era un lujo.
Durante unos veinte años estuvo el pebetero, hasta que alguien tuvo la ocurrencia de quitarlo, hoy hubiera sido un atractivo para recordar que Puebla fue tocada por los cinco aros.
Historias de una Puebla tradicional, que platicará alguien nacido en los años sesenta.